lunes, 1 de junio de 2009

El maldito ego

Esta es mi historia y ocurre en un precioso pueblo de Villa Flora.
La historia de cómo perdí lo que más quería, debido a mi gran ego, mi falta de atención a los demás y creerme el ser más grande de la tierra.
Yo soy un gran caballero, (o al menos antes de que ocurriera todo esto, lo era. Pero me sigo sintiendo apuesto). Era querido por todas y cada una de las mujeres del reino, tengo un físico estupendo y perfecto, y cada noche, tenía a una mujer distinta para mí. A mi ellas no me importaban lo más mínimo, yo, como me sentía tan guapo, lo demás me daba igual. Hasta que un día encontré a una serrana, no más bella que las demás, incluso muy simple, pero tenía algo especial. Como no, yo la cortejé para estar con ella esa noche:

-Preciosa Serrana, eres una luz preciosa a la vista de mis ojos.
-Caballero, dígame usted, ¿Por qué me corteja a mi, en vez de a otras serranas mucho más bellas que yo?
-No la cortejo solo porque sea bella, si no que usted, tiene algo especial que la hace diferente a todas las demás.
-No se si debería creerle, no me voy a ir con usted esta noche, como pretenden muchos otros caballeros…
-No quería que viniese conmigo de noche. Querría que me diera una oportunidad para que me conociera mejor. No soy como muchos de los otros caballeros, que habrán querido estar con usted de noche. Podemos quedar algunos días. Estos días está haciendo un sol estupendo… ¿Que le parece mi propuesta?

Como no, ella aceptó, porque se vio influida en mi encanto y mi belleza. Y así conseguiría llevármela alguna noche a mi casa.
La verdad, tengo que aceptar, que los días que pasé con esta preciosa serrana, significaron mucho para mí. Me enseñó muchas cosas que yo no sabía, nos reíamos y pasábamos tardes como nunca. Me daba la impresión de que ella tenía una dulzura sin igual, pero no hice caso a esa impresión. Hasta que varios días después, llegó lo esperado, ella no pudo más y me besó (como no, si es que… tengo una belleza...). Se dejó llevar por el amor y por lo bien que besaba. Fuimos a mi habitación y ocurrió.
Satisfecho con haber conseguido mi propósito, ya me dio igual ella y no volví a quedar con ella, no quise volver a verla y ni fui en su busca.
Me enteré por un sirviente, que esa preciosa Serrana, me odiaba, era de la única persona que se había enamorado y justamente le había hecho daño.
Me pasé por cerca de su casa, la encontré llorando, sentada en el pozo que estaba en el bosque. Estaba rodeada de cantidad de flores que resaltaban sus preciosos cabellos oscuros y sus preciosos ojos negros. Al ver su cara mojada en lágrimas, sentí por primera vez algo que nunca había percibido, el estómago se me retorció y me dieron ganas de echarme a llorar. Me di cuenta de que ella para mí era distinta, que sentía por ella, algo especial, algo distinto, estaba enamorado.
Me acerqué a ella y le supliqué su perdón:

-Serrana de mi corazón, le ruego que perdone mis actos. No me di cuenta de que podría llegar a hacer daño, y por encima, a la mujer de la que me he enamorado…
-No se atreva a suplicar mi perdón, vuesa merced fue al único que he querido en toda mi vida y me hace esto…No llego a entender con todos los momentos que pasamos como pudo estropearlo así. Ahora me arrepiento de haberle besado, de haberle abierto mi corazón, de haberle entregado mis sentimientos, en un principio creí que era como todos los demás, pero llegué a pensar que usted era diferente… No creo que pase un atardecer sin pensar en usted, pero por mi bien, ahora soy yo la que le ruega que se marche…

Y desapareció, no le volví a ver. Sigo buscándola noche y día, y aún así no la encuentro.
Han pasado ya meses desde nuestro último encuentro. He estado con muchas otras mujeres, he gozado de sus encantos, pero es la primera vez que me arrepiento de haber hecho algo. Esa preciosa Serrana era única, era tan dulce… Me encandilaba su belleza. La tengo grabada en la mente y en el corazón, y por más que lo intenté, no consigo olvidarla.
En algunas ocasiones, he creído verla por lugares del bosque, en ciudades distintas, en distintas mujeres… E incluso me la he imaginado en sueños
Nunca podré encontrar a una persona tan hermosa como ella.
Y esa es mi historia… os he contado como ocurrió todo y lo mal que me siento. Que no os engañen las apariencias, porque luego lo pasáis peor.

Por culpa de mi ego, he perdido a la persona, a la compañera, a la mujer y al amor que un hombre siempre hubiera deseado tener a su lado.
La belleza es un bien pasajero, efímero, desaparece con el tiempo, demasiado deprisa. El amor sincero es eterno y yo lo he perdido.

1 comentario:

mago merlín dijo...

¿Es la vanidad la que le hace perder al protagonista la mujer de sus sueños? ¿O es que le deja de interesar lo que ya ha conseguido?
En cualquier caso, creo que tu narrador no es tan vanidoso. Los verdaderamente vanidosos sólo se aman a sí mismos. Tu narrador siente que está enamorado (se le retuerce el estómago y le dan ganas de echarse a llorar) al ver a la serrana bañada en lágrimas y no, al ser rechazado por esta. Si fuera un auténtico narcisista (es decir, un vanidoso de ego desmedido), sólo se le podría herir en el orgullo (y a lo mejor confundía esa herida con el amor) y sólo reaccionaría al verse rechazado.
Un saludo, dulce Flor.